5 de septiembre de 2008

Miguel Adrover loves NY (todavía)


I love New York dress, 2000. MOMA

Uno de los acontecimientos más esperados de los desfiles de Septiembre en Nueva York es la vuelta de un enfant-terrible (pero de los de verdad) mallorquín, con pinta de jefe indio y que emana una energía a su alrededor que hace que estudiantes de diseño de moda se presenten en su bar para conocerle y unirse a su tribu (claro está, si el jefe quiere), que le convierte en un imán para sus colaboradores incluso en los malos tiempos cuando toca volver a empezar. Y a Miguel Adrover le ha tocado renacer cual ave fénix.

Fue un revulsivo en el Nueva York que inauguraba siglo, un soplo fresco de talento, energía pura sin contaminar. Hubo un antes y un después en las tendencias de la industria. Antes de él era impensable dar voz a los nuevos talentos, ahora es muy habitual el descubrimiento de la generación de relevo. Varias colecciones le avalaron como un outsider de la industria de la moda y a la vez querido por ella (sabemos que el mundo de la moda se permite el exceso de contar con uno o dos advenedizos para cumplir su cuota de radicalidad) Hace unos días declaraba a EPS "Cuando aparecí, la ciudad ardía de ganas de expresarse y yo canalicé eso. Saqué la camiseta de "I love NY" de las tiendas de souvenirs de Chinatown y la coloqué en la portada de Harper´s Bazaar" Pero además Androver enseñó a los americanos que la moda podía desprenderse de sus símbolos más típicos, que el mundo estaba llenos de elementos de otras culturas que poder asimilar. La industria le adoró, le otorgaron el premio Perry Ellis (el más importante de la industria) pero...




La historia de amor no tuvo un final feliz. El diseñador achaca al atentado terrorista del 11-S su declive en NY, suceso desgraciado que se produjo días después de la presentación de su colección más étnica con pinceladas árabes pero también evocadora de su Mallorca natal, la tituló Utopía. Adrover se defiende "la prensa me tachó de simpatizante del enemigo cuando yo sólo trataba de abrir la mente a otra cultura. Fue mala suerte que tiraran las torres. Ahí es cuando todo se fue al carajo"





Sea esta la razón o no (Utopía era una colección mucho más multicultural y positiva que la que había presentado en Febrero influída por su viaje a Egipto y esta sí llena de túnicas, turbantes y claras reminiscencias al mundo árabe), lo cierto que a partir de ahí, Pegasus, el grupo inversor que lo apoyaba se declaró en bancarrota y en octubre cerró la empresa de Adrover. Se habló de problemas en la comercialización la ropa, de fallo en los tiempos de la cadena de producción...etc.
Hombre de tesón, aún sacó tres colecciones más de primavera-verano (largas como es su costumbre) sólo ante el peligro; ante una crítica que cada vez lo iba dejando más sólo. La situación económica llegó a ser tan tensa que Androver tuvo que empaquetar y un gélido día de diciembre neoyorquino, en el 2004, puso rumbo a su isla.

En su tierra abrió un bar muy personal (que hasta ahora Vogue quiere fotografiar), fue apoyado en la distancia por Susy Menkes y una firma alemana de venta por catálogo de ropa ecológica se interesó por él. Ni Inditex, ni Mango, ni Tommy Hilfiger pusieron el lazo al potro. No hubo acuerdo con ellos. Finalmente Adrover presentará el 7 y 8 de Septiembre su colección para Hess Nature (en la web ya aparecen prendas del diseñador) y lo hará en la ciudad que primero le dió su gran oportunidad y que después le ignoró. Style.com se hace eco de la noticia de su vuelta. No hay rencor, lo esperan. Deseamos que su talento vuelva a brillar.

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