El documental de Rodolphe Marconi Lagerfeld Confidencial (emitido por Canal +) es un retrato sincero y completo sobre la vida del gran diseñador.
Sincero hasta donde le ha dejado porque como declara el kaiser: deseo que sea imposible conocerme incluso para la gente que quiero infinitamente, no quiero ser una realidad en la vida de los demás porque yo no deseo que nadie lo sea en mi vida...
Toda una declaración de principios que hace que cuestionemos cada una de las frases que en el documental, el diseñador proclama como titulares, como disparos de su propia vida.
un burgués en contra de los convencionalismos burgueses
Habla de su infancia (todo el mundo me mimaba pero nunca me pareció suficiente), de su madre (perfecta, alegre, embaucaba a la gente y los convertía en sus esclavos y nunca daba las gracias), del amor y la amistad (en las relaciones siempre debe haber tensión, como una espada de damocles para que evolucionen), de sus colaboradores (mi vida es como un camino y aparto a todo el que me pone la zancadilla), de su autodidactismo (no fui al instituto, nunca he estudiado, nunca he hecho nada, soy una absoluta improvisación, trabajador sí pero no serio)...
Pero sus declaraciones más jugosas son cuando las hace sobre la moda:
Karl está expuesto al escaparate, al gran monstruo que es la moda, al que hay que alimentar. Ese mundo que califica de efímero, peligroso e injusto (si quieres un trabajo seguro hazte funcionario).
Pero conoce sus reglas y vive el momento. No mira al pasado (si el pasado fue mejor, tírate por la ventana), ni piensa en el futuro, más allá de los seis meses entre temporada y temporada. Cumple con las reglas sagradas de la moda, nunca lleva ropa que no sea de la colección anterior; porque para él, una muestra de que se ama la moda es llevarla.
Sus inicios con Chanel se remontan a sus colaboraciones en 1982 y fructifican con la primera colección de Alta Costura en 1983. Aquella época es la prehistoria y dice no recordarla bien. En un momento en el que no existía el concepto de entrar en una marca y relanzarla muchos intentaron disuadirle del reto, olían el fracaso...
Pero el diseñador resistió y venció. Desperté a una muerta, la firma era como la bella durmiente, menos bella y que incluso roncaba. El respeto no vendía, no servía de nada.
Más de uno alegó por aquel entonces que Coco se estaría revolviendo en su tumba. A Karl no le importaba dicha afirmación porque causar aquella reacción significaba que su trabajo no estaba pasando desapercibido. Estaba vivo.
De su proceso creativo, cuando diseña sus figurines, fotografía, dibuja, hace publicidad, edita libros... destaca la soledad necesaria del creador. Indispensable.
Este hombre del renacimiento con un millón de ideas, inquieto, que encuentra el orden en su caos cotidiano de montañas de libros y revistas, de kilos de anillos y decenas de ipods repartidos por la habitación; disfruta con todas las facetas de la creación.
Adora la fotografía por lo que tiene de capturar un instante efímero, irrepetible casi melancólico. Disfruta con el diseño, el dibujo, al que se entrega con cuerpo y alma porque la couture se la deja a las que saben, a sus costureras que tienen la paciencia de la que él carece.
Y también de la publicidad, a la que adora y a la que se dedicaría plenamente de no haber sido diseñador.
Y muchas veces revela que ha soñado con los desfiles que luego se materializan incluso con el decorado. Con ironía añade que es espantoso porque claro, no se puede depender de los sueños. ¿Boutade de diseñador?
uno de los desfiles soñados
Pero ¿quién es en realidad este hombre lleno de contradicciones? Acompañado casi las 24 horas del día pero que opta por la soledad creativa, que declara no desear poseer nada más, no atarse a la cosas o a las personas, pero que vive en la opulencia y parece necesitar el reconocimiento y la atención de cuantos le rodean, para respirar.
Da la sensación que el hombre-renacentista sufre, que le pesa el acto de la vida pero en cambio en esa apariencia de insoportable levedad ha forjado un personaje, una coraza de superficialidad (no me interesa el análisis) como disfraz del genio de las mil ideas, de las mil actividades que le hacen mantenerse al fin y al cabo, vivo.
¿el hombre de las dos caras?
Karl no quiere hablar del sufrimiento, de los amores rotos, de traumas de infancia, no quiere dar explicaciones más allá de la anécdota. Todo es vanal, todo es presente y efímero en su vida.